El silencio ha sido el leitmotiv de la senadora y alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz. Antes de la precampaña, durante ella y, en la campaña municipal, demostró que puede llevar el peso de la trama sueca con más facilidad de lo que muchos pensaban, incluyendo el mismo Senado.
Nunca pronunció otras palabras que las de “gracias” o, “todo está declarado” y, cuando algunos se ilusionaron con su presencia en la cámara alta, lo que finalmente hizo fue desautorizar al PSOE, al presidente Sánchez y, a quien tuviera un mínimo pensamiento contrario al suyo, manteniendo el apoyo de Moreno Bonilla, Javier Arena y Mariano Rajoy.
Si es cierto que muchos marbelleros están horrorizados, lo sabremos este domingo 28 de mayo, un resultado favorable a la líder indiscutible del PP local, simplemente dejaría desarbolado al resto de sus competidores, sería como una especie de sopapo cruzado y, además, tolerado.
Resulta curioso que, a estas alturas, la primera concejala de la ciudad continúe siendo la favorita para la alcaldía, aunque ella misma no se lo crea y, es más curioso el que el resto de las toldas políticas continúen esperando formar una coalición como colchoneta salvadora a sus aspiraciones y, aun así, esta salida también pudiera ser favorable a la senadora popular.
El tema es que Muñoz no está buscando regresar al consistorio, lo que no quiere es irse, según ella nunca ha habido ninguna razón de peso por la que hubiese tenido que abandonar la alcaldía. Siempre ha negado toda involucración en la lluvia de la presunta corruptela que le ha rodeado. De cualquier manera, ha venido sorteando ese difícil camino achacándole el mote de alborotadores, y de linchadores enfurecidos a quienes no han estado de su parte.
La “jefa” no se ha arrugado en ningún momento, aunque talvez note la ausencia del aprecio político y personal local del que ha venido disfrutando como una especie de estrella de Starlite, convirtiéndola en una persona más confrontativa con la prensa, especialmente desde que las grabaciones de las llamadas telefónicas dejaron en evidencia su protagonismo en la organización de reuniones entre algunos de sus concejales y su hijastro Joakim.
Muñoz está desacoplada de la realidad, pero con todo, ha llegado ilesa al final de la contienda que se cerrará este viernes 26 con un debate moderado en su personal TV Marbella, donde como una especie de santa patrona intenta convencer a sus seguidores de que la ciudad se lo debe todo y, como así es, entonces por qué insistir en la minucia de sus 15M€.
Ángeles Muñoz ha reiterado decenas de veces que lo que está en juego son dos modelos de hacer política, uno el suyo y, el otro, el de una panda de noveles muchachos que ya demostraron entre 2015 y 2017 no saber trabajar. Sin embargo, no todos piensan como ella, asegurando que, si es cierto que hay dos modelos, hay matices en ello; el modelo de ella y, el de la honestidad y la transparencia, según su mayor rival, Pepe Bernal.
Para sus detractores la “titi” es una furibunda populista, pero para sus seguidores es una especie de Ayusotrumpista republicana, dando como ejemplo su limitada política de vivienda pública.
No obstante, todo sugiere que lo que se opine sobre su perfil político, poco valor tiene, ella sabe dónde está parada y que, si su mayoría absoluta la pierde, Madrid se lo reprochará porque la inestabilidad no parará, salvo que la Mesa del Senado, la declare más inocente que el niño Jesús.
Muñoz está convencida de que en la política no se puede ser un pusilánime, en su credo no hay lugar para el desmallo, especialmente si está en juego una alcaldía. El que le recuerden la trama sueca y le insulten, es una clara envidia política surgida por la incapacidad de los otros de ganar unas elecciones en buena lid. Es envidia, es envidia, insiste ella y sus concejales.
Es difícil hacer un pronóstico sobre su futuro, parece que en algún momento pudo haber sido ministra y no lo quiso, ahora, aunque desafiante, aparece como amortizada y resulta cada vez más claro que en algún momento le pueden dejar caer aquello de “esa persona de la que usted me habla”.
En fin, ella es el foco de la hostilidad y de la crítica sobre la gestión y falta de cumplimiento de sus compromisos con solo el 25% cristalizados en cuatro años, pero como es médica, ella sola se basta para curarse.