Intentó contentar hasta el tito, dijo que era el más de fiar, el más transparente, el más digno, el presidente con más principios y, que no engañaría como lo ha hecho Sánchez. Dijo más cosas, pero al final no le dieron el maillot amarillo que es lo que cuenta para ser declarado ganador del tour de Francia, así queee.
Se consideraba esencial en la derecha, pero no logró aglutinar los 184 diputados que la forman, ni los 176 necesarios para la primera investidura, ni más Síes que Noes, en la segunda, para gobernar con mayoría simple. Su número de lotería ya lo sabe: el 172.
Algo no hizo bien Feijóo, quizá el que no le creyeran que gobernaría sin VOX y, que la amnistía llevaría a la España de los reinos musulmanes, así se lo dijo el portavoz vasco en el Congreso, Aitor Esteban: oye tú, que si tengo que elegir entre tu PP con VOX y la amnistía, pues elijo la amnistía. Más clarito.
En el otro lado de la mesa ha estado, callado, hasta ahora, el Frankenstein español, el que no tiene principios y ha metido tanto la pata que parece ha convencido, no a SUMAR, que tose por el mismo lado, sino a la derecha nacionalista catalana y vasca, la misma que ni Aznar, Rajoy, Gamarra, Bendodo y Feijóo pudieron hacer. Tamaño fiasco el del gallego, ahora al banquillo opositor.
Si yo fuera Feijóo iría revisando los salarios de mis asesores, los consejos de los ex presidentes y, si Sánchez es investido, dejar de soñar con elecciones adelantadas.
Dos días antes
Aunque se haya marchado saludando al tendido y diciendo que ha sido el ganador, la verdad verdadita es que ahora se está cuestionando para qué valió eso del mitin-acto-manifestación inventado por Aznar, porque al final quienes se llenaron de vítores fueron el expresidente y Ayuso; porque de lo que se habló fue de la crueldad de la amnistía, olvidando que Rajoy, que tampoco la llevaba en su programa, la aplicó en 2013 para perdonar a quienes habían blanqueado dinero y España sigue igualita; para hacer ruido y, para que todos pudiéramos ver lo desconcertado y tutelado que parecía. Algo de eso hubo porque de política ni de programa se habló en ese momento.
Para colmo, en el discurso de su vida, soltó, aunque con voz arrugada, un par de lagrimas melancólicas, que Aznar y Rajoy son la memoria de la mejor España y, que Aznar estuvo como presidente 8 años porque no quiso más. Uyu yui, eso es querer vender collares con dientes de tigre asegurando que son perlas de África occidental.
Es que lo que uno lleva por dentro, siempre sale.
Olvidó, los nervios siempre están en tu contra, que, como sucesor de la mayoría absoluta de Aznar, Rajoy perdió estrepitosamente las elecciones en 2004 porque el hombre que no mueve los labios cuando habla, insistió en decir que el peor atentado de la historia en España, el 11 de marzo de ese año, lo había hecho ETA, y porque había firmado aquello de que en Irak había armas nucleares. Es que no se puede uno envalentonar, y Aznar mirando pa´rriba.
El primer día
El 26 de septiembre se plantó en el atril del Congreso esperando que Sánchez le replicara sus furibundos ataques, hablo sin miramientos: 500 mil desempleados más, hay que pactar la regeneración democrática, los salarios no suben tanto como la inflación, Sánchez ha implantado la anomalía democrática, el cambio climático lo veré según los informes que me lleguen; bajaré los impuestos a quienes ganen menos de 40 mil euros al año, no habrá adoctrinamiento en las escuelas, ahí en ese momento las cámaras enfocaron a los de VOX riéndose, por qué lo harían; me encargaré de que las casas de las abuelitas no las invadan los okupas, revalorizaré las pensiones, sin decir cómo y, las Pymes y los autónomos no pagarán impuestos en los dos primeros años.
Después de 1:45 horas de discurso cuando tomó asiento, miró de reojo a Mefistófeles esperando que saliera a batirse el cobre, no contó que como buen diablo ya había preparado a uno de sus lacayos, al diputado que hecha fuego por la boca, Oscar Puente, para que le leyera su futuro. Menudo cabreo el de la pobre criatura, lo acababan de ningunear delante de toda España. Eso no se hace Pedro, y menos a quien viene del país de las meigas y feiticeiros.
El miércoles
Pues ya lo sabemos, el miércoles 27 cada diputado se ponía de pie y decía Si. No. Feijóo sacó 172 votos y Sánchez 178. Lo dejaron con el Corazón Partío.
El último día, el viernes 29
El viernes el sanchismo sacó 177 Síes y Feijóo 172, hubo un voto nulo por un despiste independentista, pero con todo, su mano derecha Cuca Gamarra sacó fuerzas desde sus más adentros para decir que Sánchez era un cobarde y un virus y, que Feijóo no había venido a hacer solo bulla, que hacía lo que hacía porque nadie como él quiere tanto a España, porque es una nación, como decía Rajoy, llena de españoles muy españoles y, mucho españoles. Hay que quitarse el sombrero.
Ahora, le toca a Sánchez, el estratega que se ha desayunado a todos, convencido de que, aunque está inmerso en la selva del descontento y el pecho salido de los independentista catalanes, esos o lo eligen a él en octubre, o van a elecciones en enero para pasar de nuevo por el suplicio de Aznar y las amenazas de VOX de ilegalizarlos y de instalarles tensiones peores que las de octubre 2017. Ellos mismos.