Periodismo de verdad, verdad. Marbella, España. Año 15 marzo 2011 - 23 de febrero 2025
Artes | Concursos | Publicidad | Culturales | Deportes | Ficción | Información |
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0,1% | 0,1% | 15.0% | 7.6% | 4.0% | 6,9% | 16,6% |
Musical | Otros | Programas de Venta | Religión | Toros | Entretenimiento | |
0,5% | 1,1% | 6.0% | 4,2% | - | 38.0% |
Este sentido de gestión hace suponer un claro desinterés por el mercado en el que se desenvuelve el medio, por los escasos espectadores que lo siguen y, por las pocas ganas de generar ingresos.
Recordemos que, en gastos corrientes, la Tv y radio, absorben 94.532,42€, quedando para las inversiones (equipamiento), 25 mil euros, los mismos que 2022, un monto que no permitiría adquirir una sola cámara 4K, reconociéndose, en la misma memoria, que sus equipos audiovisuales están obsoletos.
Es complicado asegurar cómo se hizo el presupuesto de personal (unas 37 personas) cuando los ingresos netos por explotación se mantienen en los mismos 35 mil euros de 2022.
En otras palabras, hay un 1,9% de ingreso líquido, lo que convierte a este medio en una empresa de carácter residual en su sector, en régimen consciente de quiebra y, de obligatoria dependencia estatal.
Si mantuviésemos como referencia el 30% de gasto en nóminas, una primera obligación, para cualquier Consejo de administración, sería crear un nuevo plan del negocio con el único fin de sacarle beneficios.
Pero ese plan obligaría realizar un análisis de los puestos de trabajos y, de la parrilla de programación, potencialmente mejorables o, descartables, además de aceptar que no debería de tratarse como un medio destinado a dar noticias del Gobierno de turno.
Dar ese paso sería tanto como permitir la participación ciudadana, ya contemplado por el Comité Asesor de Contenidos y, parecido a lo que TV1 propuso en 2021 (La Gran Consulta), a la que no se adhirió Marbella, después de que si lo hicieran 60 municipios.
¿Es una quimera pensar en ello, cuando una importante parte de quienes lo dirigen son los principales defensores de la explotación del capital?, la respuesta más inmediata es No.
Pero, si existe esta otra contradicción, por qué se mantiene el actual modelo de explotación. Otra respuesta inmediata es, porque permite, gratis, la injerencia política y, porque está financiada con los impuestos ciudadanos.
Si esto es así, entonces no parece plausible que se puedan realizar encuestas locales para saber qué modelo de TV y radio pública marbellí quieren sus vecinos, aunque fuese partiendo, (las encuestas) por lo que apuesta el mismo Ayuntamiento: una información rápida, emisiones en directo, institucionales, culturales o deportivas.
Sin embargo, para que esta iniciativa se diera, se debería contar con el visto bueno del Concejo de Administración Audiovisual de Andalucía, conformado por 5 representantes del PP, 1 de VOX y 3 del PSOE.
Si la misión principal de cualquier medio público es el contrarrestar la fuerza informativa y cultural privada, qué impide adherirse, en el caso marbellí, a La Gran Consulta o, utilizar medios propios para conocer qué quieren ver los televidentes y, escuchar radioyentes. Otra respuesta inmediata pudiera ser el utilizar estos medios como formadores políticos locales, asegurando la lealtad ideológica por encima de cualquier caso inesperado.
Seguro que todo es más complicado que lo expuesto en esta breve nota; pero con Consejos de Administración ajenos a los partidos, (también contemplado por el Consejo del Comité Asesor de Contenidos, constituido por 9 personas de las que no se conocen sus datos) pudiera haber más independencia en la información y programación; a menos que estos órganos locales, sujetos en nuestro caso, al Consejo Audiovisual de Andalucía, no tuvieran que comportarse como monedas de cambio entre los partidos, algo políticamente mucho más importante que los 1.8M€ del consistorio marbellí.
Cualquiera puede concluir que, si existiera esta apuesta por la independencia de los Consejos, o simplemente de sus directores, TV Marbella tendría una imagen de pluralidad y, una mayor cuota de televidentes.
Sin duda que sería una apuesta arriesgada, quizá porque la financiación debería ser mixta, es decir, habría cabida a un mayor volumen publicitario, permitiendo también la presencia de otras instituciones públicas como las universidades o, del mundo privado, que reclamarían sus patrocinios en el contenido, lo que complicaría la vida al mundo político en cuanto a sus derechos exclusivos de la explotación como de resultados.
Una decisión de este calado no evitaría la confrontación política, pero del concepto de gasto público que permite tener un medio con baja audiencia y un contenido ausente de creatividad, se pasaría al de inversión, rentabilizando su plantilla y su programación, incluyendo realmente formatos de entretenimiento plurales y generalistas.
Cualquier directivo que lidere un medio con una teleaudiencia en estado crítico, al que solo se acude para ver algo en concreto, que no está incluido en el zapping, ni en la agenda televisiva, debería reflexionar más allá de los servicios políticos que presta y el salario que recibe.