Lo único claro que Núñez Feijóo tuvo, desde que supo que su foto y la de Abascal no iría a la Moncloa, fue amargarle el dulce a Pedro Sánchez.
Desde antes, y después del 27 de septiembre, sus días horribilis, Feijóo ha hecho de todo para arruinarle el baile al líder socialista; ha pedido el transfuguismo de los diputados del PSOE, ha montado una rueda de prensa internacional bajo el hastag HelpsSpain, le ha regado los oídos a Carles Puigdemont llamándole hombre que habla con la verdad por delante, ha condenado las manifestaciones contra las sedes del PSOE pero recordando, algo más o algo menos, que los socialistas con la amnistía se lo han buscado; su socio, Abascal, le ha pedido a la policía que desobedezca las órdenes de sus superiores y se marchen a casita para que se puedan destrozar las calles y las sedes del PSOE, sus profetas Isabel Díaz Ayuso se la pasa gritando que estamos en una dictadura a lo venezolana, Elías Bendodo, que Sánchez está desguazando el reino de los borbones y, Esteban González Pons le ha dicho al Tribunal Constitucional que si acepta la amnistía se pondría del lado de los anticonstitucionalistas. ¿Y todo eso, para qué?, para enrarecer el clima y quedarse, al final, con 171 diputados mientras Sánchez superó la mayoría absoluta con 179, porque el de Coalición Canarias, otrora votante del gallego, también lo dejó en la estacada. Es como para tomarse un Paracetamol.
Los asideros del líder conservador nunca destacaron por su consistencia; su empeño en que gobernara el más botado se fue desvaneciendo con las semanas, nadie se tragó ese cuento, hay muchos ejemplos, el más reciente es la moción de censura que junto a VOX le montó en Mijas al PSOE, así, sin ton ni son, sin la cortesía de que transcurriesen los 100 primeros días de gobierno.
Lo cierto es que hoy 7 partidos, varios de ellos de la derecha como el Partido Nacionalista Vasco, el Bloque Nacionalista Galego, Junts per Catalunya y Coalición Canaria, apoyaron a Pedro Sánchez invistiéndole el primer día, y Feijóo se volvió a quedar solo con un socio de gobierno experto en montar huelgas. Mal asunto para las aspiraciones de los populares. Pues eso, que como coach no se ganaría el sueldo.
Con Sánchez de nuevo en la Moncloa, queda que la amnistía se apruebe en el Congreso y en el Tribunal Constitucional, conocer cuántas huelgas más tendrán que hacer el PP y VOX, como ha anunciado Feijóo, hasta ganar las elecciones, suponiéndose que muy pocas porque si se instaura la dictadura a finales de este mes, o como mucho en diciembre, tendrán que inventarse otra cosa para llegar a la silla que les quita el sueño.
Con Dios y con el diablo
Como este tipo de pacto nunca ha funcionado, todo el mundo coincide en que a Sánchez lo que se le viene encima hace ver que el Gobierno que montó con Podemos anduvo por un camino de rosas.
Para recordarle esto uno de sus futuros socios, Junts Per Catalunya, le dijo que no tentara la suerte porque eso con ellos no funcionaba; Gabriel Rufián, de Esquerra Republican, chulescamente se dirigió al presidente en funciones diciéndole que ellos tenían la capacidad, incluso, de obligarle a realizar un referéndum, que no se las jugara y, Núñez Feijóo le advirtió que cuando el independentismo le falle, no le busque. ¡Joder!
como para tomarse un Diazepam.
Pero no solo Sánchez lo tiene chungo, a Feijóo su cogobernante, el ultraderechista Santiago Abascal, le soltó que si el PP con su mayoría absoluta en el Senado no impide la Amnistía, lo consideraría otro golpista y, rompería los acuerdos de gobierno. ¡Y todo esto en el primer día del proceso de investidura!
El aplomo
Frente a un Feijóo combativo que ha cuestionado la legitimidad del nuevo gobierno, porque en las urnas no se votó hacer coaliciones con los independentistas, lo que califica de acto de corrupción y de compra de la investidura por parte de Sánchez, a través de métodos perversos que la historia no le amnistiará porque afecta la reputación internacional y la democracia española, el investido presidente ha respondido que sabe que gobernará en un bloque con distintas ideologías y necesidades individuales de cada comunidad autónoma, pero con diálogo y justicia social aun existan discrepancias.
Sánchez ha reconocido lo complejo de la situación, haciendo memoria de que el mundo de hoy también es más complejo citando a Brasil y, a Estados Unidos y, recordándole a los españoles que España no se ha roto.
En todo caso, Feijóo sabe que si se aprueba la amnistía y, el clima jurídico, político y económico se normaliza en Cataluña, el tiempo se encargará de disolver las actuales grietas en la sociedad española, lo sabe porque después de que Mariano Rajoy amnistiara fiscalmente a los delincuentes de cuello blanco en 2012, el mundo continuó girando, además, en algún momento la derecha volverá a gobernar, pero con unos independentistas bien avenidos y amnistiados, un puente de plata que el PP sabe disfrutará porque el marrón se lo llevó Sánchez.
Por ahora, a esperar.