Se suceden en nuestro país los casos de violencia sexual y los asesinatos de mujeres a cargo de sus parejas. De cualquier edad, como estamos comprobando estos días, cada vez más jóvenes.
Cuarenta y cinco mujeres asesinadas en este 2024 que acaba y un número indeterminado de casos de abusos y violencia sexual contra ellas, siempre contra ellas de las que sólo tenemos noticias y constancia cuando hay denuncias por medio o por la brutalidad del caso como en lo sufrido por las niñas de Granada estos días a manos de sus bestezuelas iguales.
Y la cifra no está cerrada pues por otros años sabemos que las fiestas navideñas, llamadas o consideradas fiestas del amor y de la compasión, son un contexto etílico que favorece la violencia. Atentos
El tema del que me ocupo es tratar de responder a la cuestión de si existen indicios que puedan ser preventivos antes de llegar a lo inevitable. Dicho más claro: si existen indicios que puedan servir de alertas para evitar lo peor.
¡Claro que existen!, sobre todo en el caso de los adultos. En el caso de los menores colegiales la responsabilidad in vigilando de las instituciones escolares es para mí notoria y evidente.
En todos los casos, y a nivel general y social, he aquí tan sólo dos de ellos aplicables a cualquier edad ya sean menores o mayores y que se corresponden con mitos y falsas creencias con los que algunos hombres pretender justificar el maltrato de la mujer:
Un indicio claro es cuando el maltratador no reconoce la autonomía de su pareja y se siente con derecho a dominarla o a organizar su vida: cómo vestirse, cómo comportarse y con quién hablar. Es decir, se considera su dueño.
Lamentablemente sucede que, a veces, ella acepta con docilidad y con naturalidad los patrones existentes en la sociedad que avalan y defienden que hay unas reglas para el hombre y otras para la mujer. Esto o asumir las consecuencias.
Ojo
también con los encantadores de serpientes, pues es frecuente que el maltratador sea adulador y seductor en público y violento y menospreciativo en la intimidad.
Lo reconocen algunas mujeres cuando dicen que él solía ser cariñoso y detallista. La simpatía, el atractivo de él hacen que resulte imposible creer que es un maltratador. Pero ese carácter violento en la intimidad es su carácter real.
¿Cómo cambiar eso? ¿Qué papel tenemos cada uno de nosotros los hombres como profesionales, como padres, como miembros activos de la ciudadanía? ¿Dónde y cómo tenemos que actuar para que adultos y jóvenes se construyan de forma sana, igualitaria y humana? ¿Qué diferencia hay entre los hombres que sí respetamos, que practicamos los buenos tratos a la mujer por un elemental principio de igualdad y los que las maltratan hasta morir? ¿Qué hacemos para conseguir que disminuya el número de los misóginos y los machistas capaces de hacer barbaridades como las que conocemos tan frecuentemente que corremos el peligro de normalizarlas? ¿Cómo reconocerlos y defendernos de ellos antes de que sea tarde?
El derecho penal es apenas un pataleo social que puede castigar el mal hecho e irreparable. Pero nuestra respuesta debe ser social, moral y educativa. Y pronta y continua, no sólo el día de autos.
Comencé a escribir este picotazo en medio de multitud de declaraciones, manifiestos y promesas de “ni una más” con motivo del pasado 25 de noviembre y me propuse a mí mismo reconocerme en algunos de estos indicios y hacerlos extensivos a los demás hombres, consciente de que la pelota está en nuestro tejado y debemos dar un paso imprescindible en este tema que nos concierne a todos como es el practicar los buenos tratos e intentar amores de calidad que no sólo son posibles sino infinitamente más gratificantes.
Tengamos las fiestas en paz. Pero recuerden que la paz sin conciencia no es paz.
La opinión del autor no coincide necesariamente con la de Latinpress.es. emonte7@hotmail.com Colaboración especial para LatinPress®