Los océanos del mundo han sido contaminados por la cocaína, a tal punto que en Río de Janeiro se ha encontrado, en los hígados de trece tiburones asesinos, restos de la droga proveniente de la “hoja sagrada”.
Tan importante es el hallazgo que ha sido publicado por el The New York Times en un artículo que alude a exámenes hechos en otros mares, con el resultado de que la cocaína ha invadido a todos ellos.
Y, a propósito de las elecciones venezolanas, se ha conocido informes sobre las reexportaciones que hace el Cártel de los Soles, manejado por los chavistas, de cocaína procedente de países productores, y que hablan de 300 toneladas en diez años.
La casa que tiene Nicolás Maduro en Qatar, adonde piensa emigrar después de su derrota, fue comprada con los narcodólares de la actividad industrial más dinámica de Sudamérica.
Dice el diario neoyorquino que los científicos que conocieron los resultados de las autopsias de los tiburones quedaron con la boca abierta y se pusieron a especular sobre el origen de la cocaína detectada en los hígados y músculos de los temibles depredadores marinos.
Se preguntaron, para comenzar, si esos residuos proviniesen de humanos, muy drogadictos, que los tiburones pudieron haber devorado, lo que los habría convertido en locos asesinos.
El año pasado, otros científicos publicaron un informe titulado “Cocaine sharks”, a propósito de los tiburones del Golfo de México que presentaban en sus cuerpos altas concentraciones de residuos de cocaína.
Allí presumieron que quizá se tratase de la contaminación de las aguas del Caribe con cargas de la droga que iban de Venezuela o Colombia, o Cuba, hacia las costas de Estados Unidos, y que hubieran sido arrojadas al agua por los traficantes antes de ser capturados por la policía.
En efecto, según el libro “Hugo Chávez, o espectro”, escrito por el periodista brasileño Leonardo Coutinho, la cocaína del Chapare boliviano era enviada, en aviones militares, a Venezuela, de donde partía hacia Cuba, isla convertida en puente de la droga hacia Estados Unidos.
Hay una fuerte relación del “socialismo del siglo XXI” con la droga. Al fin y al cabo, el 31 de diciembre de 1959, cuando Fidel Castro entró triunfante en La Habana, iba acompañado por narcotraficantes de marihuana que operaban en la Sierra Maestra, sus vecinos.
Los científicos que analizaron los restos de los tiburones de Río de Janeiro sospechan también que los ríos del Amazonas, todos ellos, desde las nacientes en los Andes, están contaminados con residuos de cocaína, como nos consta a los bolivianos.
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