Unos diputados masistas, con la ayuda de tres opositores “disidentes” (comprados), aprobaron en una sesión de toda la noche del jueves el contrato con la empresa china CBC para la explotación del litio.
La sesión fue borrascosa pero cristalina, porque todos sabían que quienes votarían a favor del contrato recibirían 10.000 dólares de recompensa, como lo decían a gritos los opositores.
Esto de los dólares quizá sea para marear la perdiz, ya que los chinos podían pagar en yuanes, una moneda que, según el gobierno masista, es de curso legal en Bolivia, como los soles peruanos.
Los “evistas” tuvieron algunos titubeos, porque debían denunciar que el gobierno del “traidor” Luis Arce estaba entregando la riqueza nacional al “imperio”, pero no llegaron a decir que, esta vez, se trataba del imperio chino.
Porque el otro imperio, el imperio en serio, no ha mostrado interés en el litio boliviano, quizá porque tiene en Nevada un yacimiento fabuloso, quizá más grande que Uyuni.
De todos modos, cuando hay tensión política interna en el MAS, el cocalero y sus seguidores dicen que el imperio quiere el litio, aludiendo a Estados Unidos.
Es extraño que el gobierno de Donald Trump, decidido ahora a adueñarse de Canadá, de Groenlandia, de Panamá y de Gaza, no hubiera pensado en los territorios bolivianos que están virtualmente vacantes por aquello del “estado fallido”.
Lo cierto es que en la comisión económica de diputados se sintió el aliento del dragón chino, que no quiere más demoras en el tema del litio, ahora que algunos bolivianos se han puesto majaderos.
El dragón abrió la billetera para pagar a los diputados que votarían a favor, sabiendo que se viene la sesión plenaria de la cámara baja, donde los votantes serán muchos más, y el monto que se pague a cada uno de ellos serían por lo menos cinco veces más.
Los rusos de la Uranium One miran de soslayo, y no han hecho ningún gesto para conseguir que su propio contrato para del litio sea aprobado. Quizá se trate de que Putín no puede darse el lujo de pagar sobornos en vista de que está perdiendo su guerra con Ucrania.
Pero todo esto es muy extraño. La actual fiebre del litio que se vive en Bolivia se produce cuando el precio del carbonato está en su nieval más bajo de la historia.
Pero todos hablan del litio, de Río Grande, de Pastos Grandes, de Uyuni, de Coipasa, como los precios estuvieran altísimos.
Aquí hay gato encerrado. No quieren controlar los yacimientos bolivianos para explotarlos de inmediato, sino para tenerlos como reservas para un futuro lejano.
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