El INE rectifica estos días de final del verano 2024 sus datos sobre el verdadero crecimiento de España tras la pandemia para elevarlo, es decir, que realmente, oficialmente el crecimiento de la economía española fue mayor del inicialmente reconocido y difundido: un 6,7% en 2021, un 6,2% en 2022 y un 2,7 en 2023.
Para este 2024 se pronostica también un crecimiento exponencial. Por supuesto, por encima de la media europea. Por supuesto, a pesar de la inflación, del precio del dinero y del aumento de los márgenes comerciales de las grandes empresas que han utilizado la crisis sanitaria para hacer caja dando un claro ejemplo de cómo entienden la humanidad.
De igual modo hemos sabido que España alcanza por primera vez los 21,6 millones de ocupados, la tasa más alta de empleados de su historia. La de paro desciende al 11,27%, su nivel más bajo desde 2008.
El número de desempleados baja hasta los 2,75 millones de personas. Todo ello, según la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre. Datos, datos, datos.
Son cifras lo suficientemente relevantes como para que estas noticias ocuparan un lugar destacado en la información. Estamos tan hartos de malas noticias que ver caminos en la buena dirección, aunque siempre falta por hacer más, daría a los ciudadanos una imagen más completa de la realidad de su país.
Pero se ve que hay millones de personas a las que las “cosas de comer” y vivir le importan mucho menos que las de odiar y destruir.
Cuentan con la inestimable ayuda de la manipulación informativa, nacida de intereses políticos y económicos.
Uno, que no es economista sino un simple ciudadano consumidor, ávido escuchante y lector de cuanto tiene que ver con la realidad de su país y, no se deja llevar por los bulos sino que los combate a base de cordura y datos que recaba, tiene su particular forma de apreciar los cambios a mejor en España a pesar de la pésima impresión que circula por redes y medios al servicio de intereses políticos destructores.
El otro día en la frutería observé que el precio de los higos chumbos (sí, los chumbos, esos que casi nadie apreciaba y casi no tenían valor) están ahora a 6 euros un kilo. Y me digo, si un kilo de chumbos cuesta 6 euros y se venden es que vamos bien.
Pues nada, tenemos a Venezuela hasta en la sopa, la inmigración es nuestra gran amenaza mientras casi nos vamos acostumbrando a que el Mosad israelita haga de las suyas matando cruelmente, impunemente seres humanos, como normal nos parece ya que los gazatíes sigan cayendo como chinches. Pues no.
No me digan que es normal. Yo lo veo al revés. No reconocer que España va bien y caer tan fácilmente en la trampa de las falsedades es uno de los grandes “termómetros” para captar el estado de madurez intelectual de la sociedad.
Porque algo tiene que ser lo que lleva a tantos seres sapiens bípedos a obrar en contra de sus propios intereses, incluida su salud democrática y la otra.
Sigan disfrutando, que es compatible con pensar.
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