Hemos vivido estos días una preocupación constante ante la incertidumbre del comportamiento de una DANA sobre la provincia de Málaga, un fenómeno climático del que todos hablamos y muy pocos entendemos.
Calificamos del tirón este tipo de fenómenos como naturales, producidos por la Naturaleza y, por tanto, imposibles de prevenir y de actuar frente a ellos sin plantearnos qué hay detrás de una DANA y, por supuesto, sin buscar responsabilidades; es decir, moviéndonos entre la resignación y el fatalismo.
Aprendí en los años 80 de la mano de mi amigo Quirós, geógrafo y buen conocedor de Sierra Blanca que toda ella es un gran cono de deyección, un inmenso embudo que recoge el agua procedente del cielo y que la envía al mar con gran torrencialidad y violencia dados los materiales calcáreos de que está constituida que puede arrancar y arrastrar con facilidad favorecido por la inclinación, la verticalidad entre las sierras y el litoral atravesando los asentamientos humanos densamente poblados.
Pensemos que nuestras ciudades están al nivel del mar y en tan sólo 5 km pasamos hasta los 1.000 m de Sierra Blanca o Sierra Bermeja.
La mera observación de la morfología del terreno arracimado a los pies de Sierra Blanca, a sus pies, y la corta distancia entre las sierras y picos que la conforman y el litoral hace que el agua y los materiales generen infinidad de los pequeños ríos y arroyos, secos por lo general dada la climatología de la zona, pero bravos y torrenciales cuando una DANA descarga sobre ellos arrastrando cuanto encuentra a su paso e inundando las pequeñas llanuras litorales.
Hasta 14 arroyos pueden contarse en el término de Marbella, lo que da idea de lo que trato de explicar.
Alguna reliquia queda de un pasado lleno de DANAS como el llamado Arroyo de las Piedras que no lleva agua nunca pero que está lleno de bolos de piedras que serían como proyectiles si son arrastrados por fuertes corrientes de agua. Ahí queda eso.
Dicho lo cual planteo que, aunque en origen el fenómeno que estamos viviendo tiene que ver con la Naturaleza también tiene que ver y mucho con la actuación humana.
Mantengo que detrás de una DANA está el cambio climático que la especie humana, nosotros, estamos generando de manera inequívoca para la ciencia.
La violencia de esta DANA, y de otras que pueden venir, está vinculada al calentamiento anómalo del Mediterráneo como un mar cerrado, casi un gran lago y este a su vez por el aumento de CO2 que impide a los rayos solares salir de la atmósfera y creando a su vez una especie de invernadero aumentando la temperatura de este Planeta que debiera llamarse ya Planeta Invernadero
La devastación de tantos pueblos no la causó la lluvia sola, ni el agua desbordada de los barrancos, sino el descuido de muchos políticos que permitieron durante tantos años urbanizar masivamente terrenos inundables y que todavía hoy lo siguen permitiendo sin tomar las medidas adecuadas para hacer frente a amenazas descomunales que, por desgracia, conocemos bien los españoles.
Si algún efecto positivo (por decir algo) tienen estas catástrofes (la de Valencia muy en primer lugar pero también la de Alora, la de Almería, la del Guadalhorce, la de la Costa del Sol…) es que ojalá sirvan para replantear el modelo urbanístico, para desautorizar del todo a los negacionistas y para dejar de votar a gobernantes cuya negligencia siempre, siempre acompaña a las catástrofes y se van de rositas.
En definitiva, la DANA somos nosotros, sí, pero unos más que otros.