Por Enrique Monterroso
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28 de noviembre de 2024
Escribo esta columna entre el fuego/no fuego cruzado de los misiles en Ucrania y Rusia, dicen que preparándose para la paz; entre el ruido/no ruido de las bombas sobre Palestina, dicen que preparándose para su exterminio; entre el acuerdo/no acuerdo de la Cumbre del Clima, dicen que preparándonos para el abismo y aquí en España entre la congoja y la náusea por la pura perversión política en que han convertido el drama valenciano, pero trasladado a Bruselas, dicen que preparándonos para lo peor. Eso y mucho más dictaba la actualidad el viernes 22 de noviembre del 24, una actualidad a la que cada semana que pasa prestamos una atención más atenuada, como con sordina reafirmando aquello de que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y mientras tanto la vida sigue y hay que mirar un poco más allá. Escuchen: según las Naciones Unidas, el aumento de población mundial en el Planeta es imparable. Ahora mismo en 2024 somos 8.200 millones de habitantes y llegaremos a 11.000 millones de habitantes a final de siglo. Dicho aumento vendrá, sobre todo y en gran medida, por el incremento de población en África. Siempre, según la ONU, actualmente la población africana cuenta con 1.500 millones de habitantes y a finales de siglo su población se multiplicará por tres, llegando a los 4.500 millones. Este dato debe ayudarnos a comprender los posibles efectos y consecuencias de este crecimiento poblacional y, lo más importante, a poner los medios desde ya para planificar ese nuevo escenario. La Vieja Europa lleva años disminuyendo o congelando su crecimiento de población, incluida España (a base de no parir, solamente en positivo por los nacimientos de personas de procedencia de terceros países), llegaría a fin de siglo a los 650 millones mientras que un solo país africano, Nigeria, contaría a esa fecha con 800 millones de habitantes. La explosión africana, pues, está garantizada, más allá de epidemias locales, guerras y conflictos, ya que la edad media de su población actual es de 25 años, mientras que la de la Unión Europea de sitúa en los 47 años. Por tanto nosotros, los habitantes de este mundo civilizado, nos enfrentamos a varios retos todos a la vez: el primer reto a afrontar será la necesidad de garantizar la comida a toda la población africana, creando posibilidades de una vida digna en sus países que eviten grandes movilizaciones de personas entre territorios o continentes. Otro gran reto tiene que ver con el envejecimiento de nuestra población, el del mundo desarrollado, acomodado. Necesitamos de forma urgente personas que, egoístamente, vengan a cubrir necesidades que nosotros no podemos atender. Y no hacer caso de gobernantes cegatos, torpes o malintencionados que sólo ven problemas con la llegada a nuestros países de esas manos y mentes necesarias para mantener el nivel actual, que es un nivelazo. Esto no tiene nada de ética, es puro egoísmo, digámoslo a las claras. Un riesgo más es el de la superpoblación de las zonas costeras y su correlato del abandono de las zonas rurales. El Mediterráneo es un hormiguero humano y ya vemos lo que pasa cuando hay emergencias. En fin, hablar de población es hablar de poner en riesgo la supervivencia de la especie en el Planeta. Y las medidas no pueden tomarse cuando tenemos los problemas encima, sino que han de adelantarse a los mismos con planes a corto, medio y largo plazo, que garanticen una vida digna para todos en un mundo equilibrado , tranquilo y sostenible. Que ustedes y yo lo veamos. La opinión del autor no coincide necesariamente con la de Latinpress.es. emonte7@hotmail.com Colaboración especial para LatinPress®