El PSOE de Pedro Sánchez y, el Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo, se llevan muy mal.
Pero quien peor lo está pasando es Feijóo, que continúa sin aceptar que el bipartidismo español murió en 2015 y que, aunque la nueva izquierda española, iniciada por PODEMOS y continuada por SUMAR, perdió su encanto y la capacidad de ser una alternativa presidenciable, además de ellos, hay una ristra de partidos en el Congreso que prefieren a Pedro como presidente.
De la nueva derecha, Ciudadanos, solo quedó el recuerdo de un partido de laboratorio que, de 57 diputados en 2019, ya en 2023 había desaparecido y, de sus líderes, Albert Rivera e Inés Arrimadas, nadie se acuerda ni sabe dónde están y, para colmo, el ultra de VOX, Santiago Abascal, es el político peor valorado en el reino de los borbones. Eso le trae por los demonios a Feijóo.
Es cierto que las figuras de esos partidos se quemaron en la olla apenas comenzar el hervido, Pablo Iglesias no supo gestionar su éxito de 2015 (42 diputados) y 2016 (45 diputados), porque, tal vez, fue un político más de biblioteca que de andar por casa y meter los pies en el barro y, aunque cedió su historia a la optimista, almibarada y brillante oradora Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda de Sánchez, nada sugiere que la creadora de SUMAR pueda remontar de los actuales 31 diputados hasta los 45 de 2016; su falta de frenada es tan evidente como los éxitos que ha tenido en las negociaciones con las patronales y sindicatos en temas salariales.
Sin embargo, Podemos y Ciudadanos, que parecían el futuro de la política española, eliminaron el bipartidismo y, de alguna manera iniciaron la actual política de bloques donde parece que Sánchez, a pesar de todo, se mueve mucho mejor que un Feijóo que, indignado quizá por la desesperación, se ha ganado la etiqueta de trolero compulsivo. Es que ni VOX lo quiere a su lado.
Su más reciente apuesta por colarnos su última bola, ha sido politizar la tragedia en Valencia, afirmando pública y solemnemente que el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, estuvo desde el primer momento de la DANA, al frente y dando la cara y, que Sánchez es el culpable de todo.
Quizá, por aquello de la cascada de informaciones diarias, olvidó que Mazón llegó a la reunión del Comité de Emergencias 5 horas más tarde porque nadie sabía dónde se encontraba, conociéndose al final que estaba en una comida con una periodista, además, cuando llegó al centro de emergencia dijo que no recibió las cuatro llamadas de la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, porque no tenía cobertura ¡en el Centro de Emergencias! ¡Dios!, ¡que hemos hecho!
El caso es que, como hablan mucho se les conoce rapidito, por ejemplo, lo que dijo hace un mes el portavoz del PP, Miguel Tellado, que la obligación de ellos es echar a Sánchez lo antes posible, y que lo harán con todos los medios a su alcance; una instantánea de la desesperanza que les baña.
Por eso Feijóo es el político más capaz
de España, tanto que afirma que durante la tragedia hubo un “apagón informativo”, asegurando que desde la Confederación Hidrográfica del Júcar (bajo responsabilidad de Ribera) no se alertó desde las 16.13 horas hasta las 18.43 horas del martes 29 de octubre.
Se le olvidó que la Agencia Estatal de Meteorología ese día emitió un aviso naranja a las 7:36 de la mañana para, minutos después, pasar al rojo; pero esto al botafumeiro no le era suficiente para que le tumbaran su tesis del apagón, ni siquiera que sobre las 12:20 del mediodía, su misma Generalitat Valenciana lanzara una alerta gracias a un aviso previo de la Confederación Hidrográfica del Júcar, confirmando los primeros desbordamientos y, que a las 17:00 horas también la Generalitat, activara a la Unidad Militar de Emergencias porque ya se sabía de personas atrapadas por la lluvia.
También olvida que el Centro de Coordinación de Emergencias envió, por la mañana, un mensaje masivo de Protección Civil a los teléfonos móviles instando a la población a “no realizar ningún tipo de desplazamiento”, pero la alerta desde la Generalitat se envió a la ciudadanía después de las 20:00 de la noche, cuando la tragedia se estaba consumando.
Por si fuese poco, acaban de aparecer unos correos que la Confederación envió a Protección Civil de la Comunidad Valenciana, a la Delegación del Gobierno y al Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias a las 16.37 y a las 16.50, dando la alarma. ¡Truenos, Relámpagos y Rayos!
Con toda esta información cualquiera se queda calladito, pero que va, Feijóo no, así que mandó a su vicesecretario general y diputado en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, a que dijese que Teresa Ribera había mentido a ese Parlamento al afirmar que la Confederación Hidrográfica del Júcar emitió las alarmas, importándole un comino que la Confederación informa en tiempo real del caudal con medidores que se actualizan cada cinco minutos.
Esta última jugada también le salió mal, quería así evitar que a Ribera la nombraran vicepresidenta primera de la Comisión Europea y, de paso desprestigiar a Sánchez, Pero Ursula von der Leyen (PP europeo), tampoco le creyó y Ribera fue designada. Eso de que ni te escuchen. Pobre.
Así es Feijóo, un hombre tan decidido que no quiso ser presidente porque no le dio la gana, pero que ahora se desbarranca pidiéndolo a gritos.