De manera reiterada se menciona que: “nunca tiempos pasados fueron mejores”, pero basta escuchar a conductores de programas de radio y televisión que están influyendo, a pasos agigantados, en el lenguaje de niños, jóvenes, hombres y mujeres adultos; el lenguaje que hoy predomina rebasa en mucho al que se escuchaba en tiempos pasados.
Los avances tecnológicos han contribuido en mucho a la degradación en la manera de expresarse; no dudo que, si viviera el filósofo, historiador, abogado, escritor, Francois- Marie Auroet, conocido como, Voltaire, autor de la frase: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, diría hoy: “retiro lo dicho”.
Es inconcebible cómo con una holgura y desfachatez se dicen las llamadas, “palabras altisonantes”, una verdadera desfiguración del lenguaje, cayendo en la absoluta falta de respeto de una audición que se compone no solo de adultos, sino de jóvenes y niños que a temprana edad cuentan con teléfonos celulares, tables y computadoras que les permiten libremente ver y escuchar a quienes les han llamado “yotuberos” dirigiendo programas que al parecer se hacen competencia en eso de deformar el lenguaje.
Los españoles, como los argentinos y algunos mexicanos, sin restricción alguna en su forma de expresarse, han logrado influir a tal grado en sus seguidores que es lamentable escuchar a menores de edad repetir con gran elocuencia y orgullo palabras que rayan en la vulgaridad y obscenidad.
En los centros escolares, privados y del Estado, así como en las propias familias, está resultando una tarea titánica, el poder evitar que los hijos hagan eco de las vulgaridades que escuchan de quienes admiran; otro tanto ocurre, con grupos musicales, compuestos en su mayoría por jóvenes, que son impulsados por organizaciones delincuenciales y televisoras concesionadas que, hoy por hoy, al realizar conciertos concentran a miles de personas, destacando menores de edad entre los asistentes.
La denigración de las mujeres, el uso de las armas, el alcohol, son temas recurrentes en canciones sin que nadie realice supervisión alguna, ponderando los malos efectos que esto causa en la sociedad, sobre todo entre los menores de edad.
No se observa que exista reglamentación alguna por parte de las autoridades a través de la Secretaría de Gobernación o alguna de sus Direcciones, como antaño sucedía, monitoreando los programas y censuraban aquellos impropios por su lenguaje y canciones que hacían apología del delito en sus diversas manifestaciones.
La equivocación reside en la mala interpretación que se le da tanto a la, “libertad de expresión”, como a la “autonomía” que, amparados y/o protegidos en ello, se dicen y realizan acciones que contribuyen a una degradación social.
Los Senadores han abordado en una de sus sesiones este tema; la oratoria de varios Senadores en torno el mal que está provocando el internet y la adicción en que se ha convertido el uso de estas herramientas tecnológicas, pero nos preguntamos, si por decreto se pondrá fin al mal uso que se les da; no ponderaron la importancia de la educación, no mencionaron lo indebido de que, al frente de la Secretaría de Educación este una persona bastante cuestionada y sin el perfil en lo que a educación y honestidad se refiere cuyo nombre es Mario Delgado.
Nuestros hijos y nietos están en un eminente peligro cotidiano; si en realidad existe preocupación por parte de estos nuevos gobiernos, se debe fijar la atención con mucha responsabilidad en la educación, en la cultura y en un sano desarrollo deportivo de estas nuevas generaciones.
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