Por Mariela Sagel
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1 de diciembre de 2024
Tuvimos la mejor guía y los mejores compañeros de viaje en la República de Malta. La organización del tour estuvo a cargo de la embajadora de ese país en Türkiye y éramos un grupo de apenas 11 colegas, de las más diversas nacionalidades, con sus familias. Malta es uno de los veintisiete estados soberanos que forman la Unión Europea. Es un archipiélago de once islas situado en el centro del Mar Mediterráneo, al sur de Italia, al este de Túnez y al norte de Libia. Debido a su situación estratégica, ha sido gobernado y disputado por diversas potencias en el transcurso de los siglos. Desde 1964 es independiente y en 2004 se adhirió a la Unión Europea. Con 7,000 años de historia, los primeros pobladores llegaron a esas islas alrededor del año 5,000 a.C. a través de los tiempos y con el paso de varias civilizaciones se han ido desarrollando obras magníficas de arquitectura megalítica, como lo son los templos de Hagar Qim y Ggantija, así como el Hal Saflieni Hypogeum. Tiene tres sitios que pertenecen al Patrimonio Mundial de la UNESCO y siete templos megalíticos que son algunas de las estructuras más antiguas en el mundo. En 2018 tenía una población de 475,700 habitantes con una distribución de 1457 hab./km², la más alta densidad demográfica entre los miembros de la Unión Europea. Este archipiélago es considerado uno de los seis microestados del continente europeo y además está entre los 10 países más pequeños del mundo en términos de superficie. Por el año 870 a.C. las islas fueron colonizadas por los fenicios, hábiles comerciantes y marinos. Posteriormente estuvo bajo el control de Cartago (uno de varios asentamientos fenicios en el Mediterráneo occidental que fueron creados para facilitar el comercio de las ciudades de Sidón, Tiro y otras de Fenicia que estaban situadas en la costa de lo que actualmente es Siria, Líbano e Israel) y eventualmente formó parte del imperio Romano. Los griegos llegaron a La Valletta alrededor del año 700 a.C. Pablo de Tarso, apóstol nacido en Cilicia, hoy Mardin, en Türkiye, visitó esas tierras en el año 60 a.C. y allí naufragó, llamándose la bahía donde esto ocurrió la Bahía de San Pablo. Posteriormente siguió hacia Roma, donde murió. Malta también fue ocupada por los árabes, que dejaron su impronta durante 220 años que se refleja en la lengua que hablan, así como los nombres de los lugares de interés. En 1091 el conde Roger de Lauria estableció exitosamente la ley normanda de Sicilia, que marcó el cambio y transición de la cultura árabe a la europea, adhiriendo los territorios a la corona de Aragón. La muralla medieval de la ciudad de Mdine es un testimonio de las influencias tanto árabe como normanda. Fue entonces cuando se creó la nobleza maltesa, de origen italiano, la cual sigue vigente. En la actualidad cuenta con treinta y dos títulos, siendo el más antiguo el de los Barones de Djar il Bniet y Buqana. Las islas pasaron a ser parte del Reino de Dos Sicilias. En el siglo XVI el imperio Otomano estaba en plena expansión, con pretensiones de conquistar Europa. Carlos V temía que los turcos pusieran bajo su égida estos territorios, especialmente por el peligro religioso hacia una Europa cristiana. En 1530, cedió las islas a los Caballeros Hospitalarios, conocidos también como los Caballeros de San Juan, que estaban errantes desde que el sultán Solimán II los había expulsado de Rodas, en 1522. Por los siguientes 268 años, esta orden (hoy conocida como Orden de Malta) transformó el archipiélago, y en 1565 empezó lo que se rememora como el Gran Sitio de Malta, bajo el mando del Gran Maestre Jean Parisot de la Valette, cuando se enfrentaron a más de 160 galeras y 30,000 soldados otomanos. Como en aquella época los musulmanes dominaban el norte de África, la caída de Malta hubiera permitido el acceso de los turcos al control estratégico del Mar Mediterráneo occidental, lo mismo que protegerían sus barcos mercantes. La Orden logró defender la isla en gran medida gracias a la ayuda del ejército español. Al fracaso turco se añadió, seis años después, la derrota en la batalla de Lepanto contra la Liga Santa, formada por España, Venecia, Génova y la Santa Sede, lo cual supuso la neutralización de su proyecto de expansión mediterránea. Para proteger la isla de futuros desembarcos, se construyó una ciudad fortificada en la península del monte Sceberras, bautizada La Valletta, en honor al Gran Maestre Jean Parisot de La Valette. El poder de los Caballeros Hospitalarios fue decayendo, lo que permitió a la flota de Napoleón Bonaparte arribar en 1798. Pero la soberanía francesa no duró mucho. Los malteses se rebelaron contra las muchas injusticias y apelaron a los ingleses por ayuda, que tomaron las islas como parte de su imperio. A través del siglo XIX, Malta era de vital importancia para los británicos, especialmente por su localización estratégica, estableciéndose una base naval y un astillero, lo que contribuyó al florecimiento del intercambio comercial. Malta estuvo bajo dominio británico hasta 1964, al lograr su independencia y se proclamó república en 1974. CRUCE DE CIVILIZACIONES Con tantos años de historia y de vaivenes políticos, Malta ha sido un crisol de culturas que la hacen única. El templo museo prehistórico subterráneo que se conoce como Hal Saflieni Hypogeum es un hito, así como el Ggantija, en Gozo, que son considerados las estructuras más antiguas del mundo (datan de 3,800 a.C.). La ciudad de Valletta fue fundada en 1566, creando una ciudad del renacimiento tardío dentro de murallas fortificadas para defenderlas. Tiene muchos sitios de interés, pero el más representativo es la Catedral de San Juan. En esa catedral se exhiben dos cuadros del pintor italiano Caravaggio que son impresionantes y el titulado “La decapitación de San Juan” es el único lienzo firmado por él. El otro es “San Jerónimo escribiendo”. El primero es el lienzo de mayor tamaño del maestro y la firma, de hecho, se realizó en perfecto estilo Caravaggio, camuflándola con el color rojizo utilizado para pintar la sangre que fluye del cuello de San Juan. La localización geográfica y herencia histórica de Malta reflejan la personalidad del país. La ocupación árabe influyó en la lengua que hoy hablan, pero la proximidad a Italia y Sicilia ejercieron su influencia también en la lengua, así como en la gastronomía y tradiciones religiosas. La breve ocupación francesa marcó el sistema legal y educativo y la pertenencia al imperio británico permitió que el inglés fuera la segunda lengua que se habla en el archipiélago, así como en la parte administrativa y comercial. La prosperidad romana se ha visto reflejada en la edificación Domus Romana, descubierta en 1881, justo en las afueras de las murallas de Mdina. La llegada del apóstol Pablo determinó el establecimiento de la cristiandad en la población y hay un sitio de peregrinaje en una caverna conocida como Grotto de San Pablo y las evidencias son reflejadas en numerosas catacumbas. Las portentosas iglesias barrocas están por todo el territorio. El legado de los Caballeros de Malta es primordialmente artístico, que a veces se le llama la Edad de Oro. Esto hace que la República de Malta sea una joya del barroco, que se puede apreciar en casas, acueductos e iglesias localizadas en la Valletta, Mdina y las Tres Ciudades, así como uno de sus más representativos símbolos, la cruz de las ocho puntas. Las iglesias suman más de 350 en Malta y Gozo. Cada parroquia celebra sus santos patronos con sendos desfiles, conciertos, fuegos artificiales que pudimos disfrutar a plenitud. NUESTRO VIAJE Aterrizamos en el aeropuerto de Valletta y visitamos el Augerge de Castille, desde donde despacha el Primer Ministro. Acudimos también el Museo de Bellas Artes (MUZA) donde nos atendieron a cuerpo de rey en una comida. Tuvimos la oportunidad de ver las cuevas subterráneas, el Monasterio Fidei, la catedral de San Juan, con sus obras de arte en pinturas y tapetes además de su rica arquitectura y decoración, así como los jardines Barrakka, que tiene vista a las Tres Ciudades, desde donde se puede apreciar la magnitud de la belleza natural de la que goza. Cruzamos, en bote, a Birgu y dimos un rápido paseo a Cittá Vittoriosa y cenamos en el Museo Marítimo. Todas las entradas a los sitios de interés fueron cortesía de Heritage Malta. Posteriormente nos trasladamos a la isla de Gozo, en un servicio de ferry, hospedandonos en Xlendi, en una especie de cala que ofrecía vistas espectaculares. La guía no nos dio tregua y salimos a Xaghra, para visitar los templos Ggantija, además de otros sitios donde se venden los preciosos bordados y encajes que rivalizan con los de Brujas. Los siguientes días fuimos a Inland, así como visitamos otras iglesias y disfrutamos de una barbacoa desde un mirador, con luna llena. En Malta es tradición comer conejo, así que aprovechamos a degustar los platos típicos que se cocinan con ese animal. También nos aventuramos en bote por unas preciosas y peligrosas cuevas rocosas rodeadas de mar. El tercer día fuimos a Victoria, visitando la parte antigua de la ciudad, por sus estrechas callejuelas y la iglesia de San Jorge, con su plaza enfrente. También visitamos el Museo de Arqueología en Cittadella y su histórico castillo. Fuimos a Villa Rundle y disfrutamos de las fiestas populares que se llevaban a cabo en Ghajnsielem. El último día volvimos a Malta para visitar la Domus Romana, la puerta de Mdina (donde se filmaron algunas escenas de “Juego de Tronos”) y apreciamos desde lo alto la magnificencia de estas hermosas islas. No dejamos de visitar las catacumbas y el parque arqueológico de Mnajdra, y disfrutamos de un clima mediterráneo en su apogeo (mes de agosto) y de sendos baños en el mar. Si hay un sitio donde se combina de maravilla la historia y la naturaleza, esa es Malta. La opinión del autor no coincide necesariamente con la de LatinPress.es marielasagel@gmail.com Colaboración especial para LatinPress® marielasagel@gmail.com