Desde que Teresita Yaniz de Arias publicó su esperado libro de memorias me puse en la pesquisa de que alguien que viniera para Türkiye me lo trajera. Y lo logré. Pero estoy en deuda con ella porque no lo he reseñado y es lo que hoy me propongo.
Teresita presentó su libro el 22 de marzo de este año y le tocó el honor al Dr. Omar Jaén Suárez, una de las personas más cultas y preparadas del país, decir las palabras que se estilan para estos actos, que resumen la vida, logros, sacrificios y pensamientos de quien decide abrir su vida al escrutinio de todos. Y como siempre, lo hizo con maestría.
Cuando por fin me llegó el libro, lo leí con avidez, pues soy amiga de Teresita, una mujer que admiro. No recuerdo desde cuándo nos conocemos, pero sí recuerdo su entrega total a los campamentos de los “chorrilleros” que fueron desplazados de sus casas cuando se produjo la cruenta invasión de Estados Unidos a Panamá, en diciembre de 1989.
Su asertiva conducción y su talante, siendo una mujer tan menuda, siempre me admiraron. Después vino el trato siempre amistoso, respetuoso y cariñoso, tanto de ella, como de su marido, Ricardo.
En “A la luz de mis memorias” Teresita hace un valiente e ilustrativo recorrido por su niñez en Cuba, su parentela, su desencanto con la revolución, y su exilio. Pero la cosa no paró allí porque, casada ya con quien fuera su profesor de filosofía, se sumó la feliz coyuntura familiar que la unió con su suegra y cuñados.
La vida de Ricardo y Teresita no fue fácil, aun contando con los recursos para no tener aprietos. Levantar a una familia de cuatro hijos en los Estados Unidos sin la ayuda que generalmente contamos, de parientes, nanas y amigos implica muchos sacrificios.
A su regreso al país, su entrega a proyectos que después le dieron tantos sinsabores, la traición de los supuestos impolutos que se creen los dueños de la verdad, le definieron como una mujer que no tiene pepitas en la lengua, aunque eso moleste a muchos (y muchas) que no se atreven a ser auténticos y que no quieren que nadie les maree con sus verdades.
Teresita Yaniz de Arias ha ocupado puestos cimeros tanto por ella misma como por ser la compañera inseparable de su marido. Vivió la incomprensión de ver al partido en el que creía, primero en ser expulsado del gobierno de Endara y segundo, cómo la rapiña destruyó lo que en su momento fue una formación política ejemplar.
Aun cuando muchos esperarían que en sus memorias saldrían toda clase de señalamientos, acusaciones y verdades sobre acontecimientos que solamente la mezquindad y deshonestidad son capaces de hacer, su narrativa es tan personal que, como dijo Omar Jaén en su presentación, es como si uno estuviera conversando con ella.
Muchos aspectos, desconocidos hasta para el más versado en la política panameña se ven allí reflejados, sin degradar a nadie, sin la intención de dañar, pero sí en señalar las injusticias a las que ella y Ricardo tuvieron que enfrentarse en su duro e incomprendido bregar político y ético.
Su defensa a las propuestas que presentó en la Asamblea, cuando fue legisladora, las alianzas políticas impensables, al igual que el sensitivo desenlace de la debacle del Partido Popular (la Democracia Cristiana donde militó por 50 años), no tienen ninguna intención de venganza ni de incordiar. Es la verdad como debe ser contada.
Omar Jaén Suárez, ante un público enorme el día de la presentación, destacó tres cualidades en el libro de Teresita: “Primero, su integridad ejemplar como dirigente política partidista y cuando ocupó altos cargos públicos, su gestión honesta, transparente, sabia y valiosa, como pocas en la Asamblea Nacional y en la presidencia de la república, que es un modelo que debería imitarse. Segundo, su tolerancia que aparece en su libro en el que quiso tratar con objetividad y sin acrimonia hasta a los que les hicieron más daño. Tercero, su entusiasmo y optimismo, su gran generosidad y compasión, su capacidad de amistad, apasionada e inteligente, cualidad singular, siempre fiel a sus amigos que defiende y anima con su fuerte sentido del humor y su calidez”.
Estas palabras resumen, con gran profundidad, el contenido de estas memorias, estupendamente escritas y editadas con excelencia, gracias a la inolvidable Monserrat de Adames, que lamentablemente nos acaba de dejar.
Este libro merece ser leído y estudiado porque dentro de él se encuentran muchas explicaciones a temas que para muchos son incomprendidos, como la debacle de La Prensa, el supuesto diario libre de Panamá, o las traiciones de quienes fueron depositarios de la confianza política de Ricardo y Teresita.
Es, ante todo, un testimonio de fe, de integridad y de dirigencia, que debería ser emulado y seguido por todas las mujeres panameñas que queramos orientar nuestra vida como un ejemplo a seguir.
Gracias Teresita por tu amistad de todos estos años, y por abrirnos tu corazón de esta manera en “A la luz de mis memorias”.
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