Cualquiera respondería que sí, que 24 años es un calvario y, que Maduro aguanta todo porque nació con los bolsillos vacíos.
No obstante, la realidad es que los herederos de los grandes chollos siempre esperan impacientes la última hora de sus padres y, que nunca están dispuestos a perder la herencia recibida, sin embargo, no olvidemos que ya en 2006 el Departamento de Estado norteamericano le decía a su papá Hugo, que Venezuela tenía un gobierno corrupto, y que no cooperaba con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos, por lo que le paralizaba la venta y exportación de armas a su revolución.
En 2015, como presidente, Maduro recibió su primera andanada de sanciones cuando Obama le bloqueó propiedades y dinero al régimen y, prohibió que a Estados Unidos entraran 7 importantes chavistas, algunos fueron Antonio José Benavides Torres, Comandante de la Región Central de Defensa Estratégica Integral de las Fuerzas Armadas Nacionales; Gustavo Enrique González López, director general del Servicio Nacional de Inteligencia y presidente del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria.
Pero, por qué, si lo hecho tan mal, si nadie le quiere y, todos dicen que no es que sea una verruga, sino que la tiene en la punta de la nariz, no se ha marchado. Porque no se trata de que a uno le aseguren que tiene una verruga, sino de que uno se la vea. Y, cómo se resuelve eso, pues siendo muy inteligente.
Supongamos que usted tiene un amigo brillante pero ciego y, le pregunta sobre la verruga que tiene Maduro, puede imaginarse qué le podría responder. Es complicado ¿no?
Pero y, si usted le advierte cómo es la verruga, de qué tamaño es, en qué sitio exacto de la nariz la tiene, quién se la puede quitar sin peligro alguno, garantizándolo por escrito y, le asegura bajo palabra que todo saldrá bien, que no le cobrarán nada, que podrá ir sacando pecho a donde quiera que vaya y, que si quiere, a algunos de sus colegas le hacen la misma operación.
En este caso, la cosa comienza a cambiar y, la agudeza de los sentidos de su amigo el ciego, entra en funcionamiento.
Sin embargo, no basta con la perspicacia suya o la sabiduría del ciego, el actor principal es el poseedor de la verruga, el cómo se siente y ve con ella y, si a eso que otros llaman verruga, él lo considera un lunar privilegiado.
Así las cosas, cualquier diálogo se hace imposible y se afloja porque aparecen los criterios y las valoraciones que cada uno hace sobre la fealdad que significa tener una verruga en la nariz. ¿Estamos?
El mismo ciego, testigo fiel de que no podrá ver nunca, se puede apartar a reflexionar sobre las pocas cosas que a una persona así se le puede ofrecer para quitarse la verruga, además, porque, al fin y al cabo, una verruga más no hace bulto en el mundo y, que hay peores cosas, como, por ejemplo, estar ciego.
Además, si el dueño de la verruga no se la quiere quitar, porque con ella se ve guapo y le da personalidad, qué expectativas de convencerle hay, y qué capacidad de influencia puede tener el ciego sobre la fealdad, belleza, felicidad o pena que pueda tener Maduro y, su verruga si al fin la considera un lunar de enorme valor.
Por otro lado, puede ocurrir que el dueño de la verruga sea sordo, lo que complicaría más las cosas porque no podría escuchar las buenas intenciones del ciego y del resto del mundo, más cuando tiene amigos que tienen verrugas en la cara y andan por ahí recibiendo felicitaciones y reconocimientos internacionales.
Así las cosas, tenemos que comenzar a preguntarnos qué queda entonces hacer para triunfar en el diálogo y, convencer al dueño de la verruga de que ella no solo es fea, sino también dañina.
El caso es que, Maduro ha llevado tan al extremo su postura que nos obliga a cuestionar a nuestro ciego y, a meditar sobre su despido, así como a considerar el encontrar otro “verruga” para convertirlo en aliado. Claro, un converso dispuesto a pasar por la clínica Mayo, la más prestigiosa del mundo en verrugas.
Así las cosas, después de que Maduro se ha hecho insensible al diálogo y, ha aprendido a vivir sancionado, cómo hacer que doble el espinazo.
Algunos dicen que llevándole a un clima extremadamente desafiante donde las empresas estadounidenses y multinacionales le hagan saber que es imposible trabajar con él, que la exasperante intervención estatal en la economía, las distorsiones macroeconómicas, la inseguridad física, la corrupción o, violaciones de los derechos laborales, todos denunciados, no tienen revés. Qué más se puede hacer, además de recoger firmas.
Otros apuntan a reformular las medidas de 2019, cuando Joe Biden mandó a bloquear todos los bienes e intereses del Gobierno de Venezuela dentro de los Estados Unidos, pero llevándolo, ahora, también a aquellos que pudieran estar haciendo de administradores o, testaferros, bloqueándoles todos los bienes e intereses que tengan en los Estados Unidos hoy día y en el futuro, haciéndoles imposible que los puedan transferir o negociar con terceros dentro y fuera de Estados Unidos, en sectores clave como el oro, servicios o de tecnología. Convertirlos en parias, como dice Biden.
Algunas recientes propuestas apoyan las prohibiciones de 2017 de Donald Trump, cuando prohibió que los chavistas y el gobierno, hicieran transacciones con y dentro de los Estados Unidos, pero utilizando ahora una especie de Task Force
formada por la Internal Revenue Service, la CIA, el FBI, el Pentágono y la DEA, para llevar una ofensiva contra las redes financieras de la dictadura venezolana, no solo sobre entidades, sino sobre personas con nombres y apellidos que vivieran dentro de USA o, que manejen dinero, desde fuera, en USA, potenciando la ilegalidad de cualquier transacción o, intento de financiamiento, incluso en moneda digital tanto en el presente como en el futuro, hasta que se considerare internacionalmente superado.