Más de 200 millones de votantes están llamados a las urnas para las elecciones presidenciales de mañana 5 de noviembre en EE.UU, pero el resultado puede depender de unas decenas o cientos de miles de votos.
Y es que los votos de los electores de siete de los denominados estados bisagra tendrán mucho más peso que los de los demás.
Los estados bisagra no se inclinan claramente hacia uno u otro partido, a diferencia de los otros estados que ya se consideran favorables a los demócratas (California o Nueva York, por ejemplo) o a los republicanos (Texas o Florida, entre otros).
Como no importa quién gane la mayoría de los votos en todo el país, lo único que cuenta es el resultado en cada estado. El candidato más votado en un estado gana todos sus electores (excepto en Nebraska y Maine).
El objetivo es alcanzar la cifra mágica de 270, sinónimo de victoria nacional.
Por eso, el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris centran sus energías en estos estados.
Pensilvania
Quizá el estado más codiciado con sus 19 grandes electores. Trump ganó por la mínima en 2016 y Joe Biden se impuso en 2020 también por escaso margen.
En este estado en declive industrial, los obreros tienden a dar la espalda a los demócratas. Pero Harris cuenta con los grandes proyectos de infraestructuras lanzados por el presidente Biden y con el apoyo de los sindicatos.
Las grandes ciudades de Filadelfia y Pittsburgh se inclinan por ella, mientras que Trump apuesta por la población rural.
Michigan
Es un bastión demócrata -y sus 15 grandes electores- fueron a parar a Trump en 2016, para sorpresa de todos, frente a Hillary Clinton. Biden lo reconquistó en 2020.
En estado, Harris ha recibido un fuerte apoyo del principal sindicato del sector (UAW), pero no de los numerosos votantes árabes-estadounidenses o musulmanes indignados por el apoyo de Estados Unidos a Israel en la guerra de Gaza. rump apuesta por el coste de la vida para movilizar a la clase media contra Harris.
Wisconsin
Es el tercer estado que resquebrajó el «muro azul» en 2016, un bloque de una veintena de estados considerados firmemente demócratas. Hillary Clinton perdió sus diez grandes electores, que Biden recuperó en 2020.
Como muestra de la importancia del estado para ellos, los republicanos celebraron allí su convención en julio, en Milwaukee.
Georgia
Quizás el más importante de los estados bisagra, junto con Pensilvania. En el corazón del sur religioso y conservador, Georgia confía tradicionalmente sus 16 grandes electores al candidato republicano.
Pero en la estela de los movimientos antirracistas, este estado, con su numerosa comunidad afroestadounidense, prefirió hace cuatro años al demócrata Biden.
Hija de padre jamaicano y madre india, Harris tiene 60 años, casi 20 menos que Trump, y un mejor perfil para atraer a los jóvenes y a las minorías de los centros urbanos y universitarios.
Pero el electorado religioso alaba a Trump como artífice de la suspensión de la garantía federal del aborto.
Carolina del Norte
Otro estado sureño, con 16 grandes electores, no vota por los demócratas desde Barack Obama en 2008, pero su gobernador es demócrata desde 2017.
Sin embargo, al igual que en Georgia, Harris cuenta con los afroestadounidenses (en torno al 20% de la población) y los jóvenes.
Arizona
Este estado predominantemente republicano del suroeste (11 grandes electores) dio la sorpresa en 2020 al elegir a Biden por solo 10.457 votos de ventaja.
Trump ha centrado su campaña en la inmigración ilegal, un tema importante en este estado fronterizo. Esto juega en contra de Harris.
La esperanza de la actual vicepresidenta radica en que en las elecciones de medio mandato de 2022 el estado prefirió a una demócrata para gobernadora, en detrimento de una candidata trumpista.
Nevada
Este estado del oeste de Estados Unidos con seis grandes electores, conocido por sus casinos, no ha votado por un republicano desde George Bush en 2004.
Pero los conservadores creen que pueden conseguirlo gracias en parte a la población latina, parte de la cual se distancia de los demócratas.
Los partidarios de Harris esperan que la llegada de nuevos habitantes (empleados más jóvenes y mejor formados que suelen proceder de la vecina California para trabajar en el sector tecnológico o en la transición energética) juegue a su favor.